
Como el asfixiante humo que recorre la habitación era tu presencia, turbadora a la vez que tenue...
Todo se desvanecia y yo creía que era porque no respiraba bien, pero era porque tu presencia me ahogaba hasta tal punto de perder la consciencia.
En ese momento lo vi, eras todo humo, con esencia pero sin cuerpo, etéreo, vacuo, vacío...
Decidí no respirarte más aún cuando de ello dependía mi vida, fui un pobre humano que se inculcaba su propia muerte para poder volver a vivir otra vida...
¿Y sabes qué? He vuelto a respirar y encima otros aromas y perfumenes más fragantes y gratificantes cuya esencia me perturba y me hace levitar a otros mundos que jamás habría soñado...
Decir NO a veces da la vida....
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario