
Sugirió la luna que se sentía sola y le pidió que la acompañara hasta que se hiciera de día sin amanecer; su barco zarpaba hacia la nada sin el vagaje de un pasado cruel.
Soltó amarres y puso rumbo a un destino incierto, despidiendose de lo que soy y de lo que fué.
Sólo llevaba consigo el purgatorio de su propio naufragar, y como cura el agua, el aire y la sal...
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