martes, mayo 11, 2010

Resquietat In Pacem


Caminaba con la mirada pérdida hacia el suelo intentando atravesarlo con sus pensamientos en vano. Era un andar de un verdadero muerto viviente que a merced de la brisa dejaba los despojos de su alma y de su ropa hecha guirones.

En los ojos se podía contemplar aún las mil y una historias que la mortificaban, la asfixiaban, no la dejaban descansar; buena cuenta de ello eran sus ojos de color púrpura inyectados en sangre sobre un lecho de sopor y de ojeras de mil noches sin tregua en los fragores de su alma.

Andaba descalza pues eso la hacía sentir viva. Quería notar la sutíl y gélida brisa entre los dedos de sus pies y cómo la hojarasca llena de ramas y piedras se clavaban en la planta de sus pies, haciendole constancia de ese dolor agradable que es la muestra de que aún seguía viva.
De sus pálidos labios salió un inaudible grito ahogado de miedo y pavor: ella no notaba nada, ni la brisa, ni las piedras, nada...y aún así veia como de sus pies emanaba sangre de los cortes producidos al caminar.

Estaba confusa, alzó la vista y cayó en la cuenta de su situación: andaba en un cementerio.

El miedo y la noche se encargaron de congelarle los huesos, hechó a correr y de pronto tropezó, cayendose a una fosa excavada. Se incorporó con soltura y rapidez pero no tardó en darse cuenta del epitafio de la lápida:

"He aquí tu propia fosa, excavada en el tiempo por tí y para tí. Disfrutala , es lo único que tienes seguro en tu vida"
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No más lágrimas lastimeras , no sirven si tu te buscas tu propio destino errático y caotico.

Asumir las consecuencias de nuestras decisiones y afrontarlas de la manera mas locuaz y elegante posible es algo que poca gente consigue y pocas quieren llegar a aspirar.





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