
Cuando la sinceridad se transforma en un arma dolorosa se asemeja a la mordedura de un vampiro, al principio duele y dices para ti que no es tanto, que sólo es el paso a lo eterno, a lo puro, a lo inmortal...y de pronto notas unas punzadas de dolor que gradualmente se transforman en espasmos, miedo, horror y dolor, un dolor que te va matando poco a poco como un ácido que corroe todo a su paso dejando tras de si una estampa digna de ser olvidada...
Como un veneno es la sinceridad, y como tal ha de ser suministrada.
No se bebe veneno porque sí, pero si eres sincero porque sí, eres como un veneno.
Disfruten de la soledad de sus sábanas mientras sus demonios revuelven a sus fantasmas muertos...y sus miedos.
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